No, la verdad es que no. No tengo vocación de payaso. Los respeto mucho, cuando se consideran así a las personas carismáticas, cuyas peripecias son causa de alegría y regocijo. Caídas, pinturas maravillosas, números simpáticos de magia. Esto es una cosa, y permitir que otros hagan de ti un payaso, es algo muy distinto. Quien me conoce sabe de mi guasa y mis bromas, y que soy tío enrollado que se ríe de su sombra. Y que mientras no me mientas, ni me quieras tomar el poco pelo que me queda en la parte subparietal de mi cabeza, soy genial y hago genial el momento.
Esto es así, vale.
Pero, tener que moverse obligatoriamente al chasquido de los dedos de otro, y comenzar la danza y sobre todo decir que sí a todo; esto es ser un payaso. Es negarse a la propia identidad de cada uno, y anular el sentido más profundo de comunidad que –por ejemplo- tenemos los cristianos, cuando nos prestamos al borreguismo deplorable y al “beeeeee” que les caracteriza a estas.
Paternalismo y más paternalismo. Y como dijo el salmista (Salmo 81,11), “abre tu boca que te la llene”, que como son cosas de Dios –como decían las monjitas- son cosas santas y te las tienes que tragar. No. Un no rotundo. Un No, sereno pero contundente. Demasiado me ha costado a mí ya mi propia libertad, como para venderla en el esplendor de mi vida, a aquel que a su vez quiere venderme la moto.
Solicito tranquilidad a mis detractores o no simpatizantes. Estoy dispuesto a dejar cualquier camino por el que me quieran sobre-dirigir, aunque nunca, nunca pasaré por alto la infamia y la falta de educación ante las personas, sobre todo de aquellas que luego de tirar la piedra esconden el brazo y encima tienen la irresponsabilidad de colocarse ante nos como ejemplo de virtudes.
Yo no soy ejemplo de virtudes, y menos aun teologales. Deje atrás una impetuosa juventud, con demasiadas letras escritas con la sangre bullendo en mi sien a 100 x hora. Escritas están. Hoy estoy sereno, como ayer y permita Dios que como mañana. Y por ello lo repito de nuevo, con mucha serenidad y determinación. NO tengo vocación de payaso.
SEÑOR, SOY PERSONA. Y NO QUIERO SER UN PAYASO
Soy un trasto, pero te quiero, te quiero terriblemente,
en la persona, el aire el silencio y la flor, que es la única manera que tengo yo de amar, pero,
¡no quiero ser un payaso de otros ni de la sociedad!
Ya hace años que salí de tus manos, y pronto,
quizá, llegará el día en que volveré a Ti...
Mi alforja está vacía, mis flores mustias y descoloridas
sólo mi corazón está intacto... tras un largo proceso de fe.
Aumenta mi espíritu de servicio,
para que por mí, consuele tu ternura.
Estoy ante Ti como un cantarillo roto
y con necesidad de ser útil, pero
con mi mismo barro puedes hacer otro a tu gusto...
Señor: ¿Qué te digo en este día?
Te diré que mi vida, ha sido apostar por lo humano, por la decisión propia y la libertad,
por la comunidad inclusiva y los abrazos de la buena gente.
Hubo un Jesús, que nos invito a hacer vida.
Sencilla, sin rituales ni historias determinadas. Un Jesús que pretendía, que apostáramos por nosotros mismos.
Un Jesús con pasión por la vida. La suya y la nuestra.
Sencillamente, aposto por el testimonio del amor y la cruz,
para que nadie jamás en este mundo,tenga que ser a sueldo de otro, un vulgar payaso.