CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

lunes, 10 de septiembre de 2012

REFLEXIÓN TRAS EL 32 CONGRESO DE TEOLOGÍA "MERCADO, CRISTIANISMO Y MOVIMIENTOS SOCIALES". MADRID, SEPTIEMBRE DE 2012


Poner la mano en el arado

Me atrevo a decir, que pudiera bastar esta frase para desde mi punto de vista, definir las conclusiones del 32 Congreso de Teología, sobre “Mercado, Cristianismo y Movimientos Sociales”.
¿Acaso piensas que Arado debo corregirlo por timón? Poner la mano en el timón.
No sé. Creo que esta mejor como está, porque el timón nos puede llevar a similitudes con la barca de Pedro, y quizás al insufrible: “tú que has venido a la orilla” y otras hierbas. Y no está la cosa para cantar, como nos dijo el amigo Pagola.
No está la cosa para cantar, al menos mientras la consecución de nuestra vida cristiana, nuestras obras y nuestro proyecto personal, no pase por poner nuestra mano ahí, junto a la de los otros y otras, y empujar con fuerza el espigón de la yunta hasta que las manos se nos encallezcan; para que al introducirse en la tierra, la abra en canal y esté presta para la siembra.
Siendo así, colaboraremos en el Reino, colaboraremos en la humanidad, en la justa marcha de la vida. Seremos mano de obra efectiva, solidaria ¿y por qué no fraterna? Que por una causa digna, se presta al digno trabajo y a la digna tarea de ayudar a los que viven cerca o lejos de nosotros. Todo lo alienta el Espíritu de Dios, mis queridos hermanos y hermanas. Lo dice alguien que escudriña el silencio y se deja interpelar por él.
Este congreso ha sido un grito de aclamación, en favor de la racionalidad en la economía, la política y la coherencia de todos aquellos y aquellas, que dicen seguir las huellas del de Nazaret. Y este Espíritu, por boca tanto de los ponentes como de los que nos hemos enriquecido con sus enseñanzas y experiencias, ha zarandeado tanto la concepción generalizada de economía y mercados a nivel global, como la economía personal de cada uno y su respuesta ante el ritmo que nos imponen los mercados y sus implacables determinaciones sedientas de dividendos.
 

Ambas dimensiones tanto globales como personalizadas, son igualmente realidades en los mundos hermanos desarrollados o subdesarrollados. Mundos que llevan tanto tiempo llamando en las puertas de los países de primer orden, gritando una oportunidad solidaria para ponerse en valor a sí mismos, que ahora nos pudieran decir: -disfrutad de la crisis y apreciad las cosas cuando se pierden, pues largo me lo fiáis.
No así, desde luego. África y Latinoamérica, son ahora más hermanas que nunca, pues compartimos la desazón por un mundo más justo y más justamente compartido. De estos países, nos llega un desaforado amor a la tierra a las raíces, al sentido amoroso-ecológico de la vida. Nuestro mundo, aun a pesar de tradiciones regímenes impuestos y decadente sistemas amparados en la historia y en la solidez de sus principios, según el lucido Dusell, nada parece lo que es.
Solo lo tangible y evidente, como el hambre, la desigualdad y las interferencias de los intereses económicos; debiera ser suficiente para movilizarnos y exigir incluso fuera de lo parámetros del cristianismo, un mundo en el cual se considere como capital de primer orden, la dignidad de la persona.
La dignidad del sujeto, que es causa del amor y la dignidad del propio Dios, que desde Jesús se nos revela en la realidad cotidiana y personal de cada hombre y cada mujer. Y no desde ninguna otra realidad. Y esa humanidad, tiene una residencia universal, en la cual estamos y por la cual caminamos, la Tierra. Ella nos lanza constantemente un grito de agotamiento, que nos llama a ser responsable con nuestro medio, con el medio de más allá y sobre todo con los habitantes de ese medio, que solo saben de vivir con lo puesto, en amor y armonía con esa tierra fecunda que nos grita y nos llama.
Por ello, desde este congreso al que hemos asistido y participado, hemos apostado por lo social. Por la acción social y pública, como mejor vehículo para llegarnos al que está efectivamente necesitado de… Son muchos los movimientos sociales, sobre todo en los grandes núcleos poblacionales, aunque no son estos agentes sociales los únicos llamados a la acción social. Por encima de todo, continuemos descifrando el rostro de Jesús entre los necesitados, sea cual fueren sus necesidades.
Prestemos la atención que requiere a los mensajes llegados desde los palacios episcopales, pues en muchos casos no se fundamentan en la realidad necesaria de los pobres –objetivo primordial de la Iglesia de Jesús-, ya que “para hablar de los pobres hay que conocerles y hay que amarles” (J.A.Pagola).
Siendo conscientes de esta realidad revelada en Jesús y por revelar en cada ser humano; sabremos prestar manos, brazos y corazón, a toda persona que esté donde esté, tanto en la ciudad como en el pueblo o en el barrio, es objetivo de nuestra acción humana y solidariamente efectiva.
Somos muchos los invitados a asistir a la viña y aun más los que decimos ir. ¿Iremos realmente? ¿Estaremos allí junto al hermano y hermana que nos necesita? ¿Tendremos miedo?
Sí, yo el primero… pero no olvidemos a Pedro desde la cercana lejanía (permitidme el oxímoron), “QUIEN DIJO MIEDO HABIENDO PASCUA”. Desde Estepa, Andalucía, un abrazo personal e inmenso para todos y para todas.