CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

jueves, 20 de septiembre de 2012

LA ORACIÓN II. 3.DISPOSICIONES PARA ORAR 3.3 CAMINO


3. Disposiciones para orar
3.3 Camino
Es una de las palabras más utilizadas en la Biblia de Jerusalén ya que se encuentra en 682 ocasiones a lo largo de todos los setenta. En sentido propio, camino indica la dirección hacia un punto determinado o el espacio que hay que recorrer para llegar a él.
 
No podemos esperar de la Biblia una descripción de camino en cuanto a determinadas vías de comunicación, pero si advertimos como camino, el sentido según el cual se denota el modo de obrar, o el plan de Dios y también la conducta moral del hombre.
 
En el AT la vida del hombre se presenta como una marcha, un camino hacia Dios y con Dios. Como hemos dicho en varias ocasiones, la Biblia, como historia de salvación del hombre, es un continuo caminar de este hacia Dios. Hacia delante o hacia atrás, ya que no siempre estamos de Dios, todo lo cerca que este quisiera.
 
Por ello en Abraham tenemos el mejor ejemplo de los que se ponen en camino. Si el carácter nómada de esta gran familia encarnada en la persona del patriarca, se caracteriza por el camino constante que hacen en busca de pastos para el ganado (o sea, por el sustento como única orientación); luego será Dios el que les invite a ponerse en camino, pero en camino hacia Él.
 
Realizando un recorrido que les llevará hasta la tierra prometida, no sin pasar antes por un sinfín de experiencias muy variadas.
Génesis 12,1 El Señor dijo a Abrán: "Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, y vete al país que yo te indicaré. 12,2 Yo haré de ti un gran pueblo; te bendeciré y engrandeceré tu nombre. Tú serás una bendición: 12,3 Yo bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan. Por ti serán bendecidas todas las comunidades de la tierra".
 
Dios le deja entrever a la comunidad Abrahámica, que la meta de su andar continuo es Dios y no el mero sustento. De sustentarlos se encargará él, ya que en su revelación, le advierte de su permanente asistencia. “Te bendeciré, yo te indicaré, haré de ti, maldeciré a quien te maldiga…etc”.
 
Dios anima a caminar pero garantiza su presencia en el camino de la vida del hombre. Ese camino de vida que es nuestra vida y la vida de cada humano.

Por ello si admitimos que para estar atentos a la llamada de Dios, o a los cambios experimentados, hay que estar expectantes para saber que quiere Dios de nosotros ante nuestra disponibilidad; -digo que- si para todo esto es preciso –aunque no necesario- el silencio; la misma oración de escucha que contemplamos en los dos puntos anteriores, en esta ocasión suscita una respuesta continuada, de manera que se expresa y ratifica en una acción personal.
 
El orante ya no se introduce en el silencio sin palabras, en el vacío sin figuras (donde orar es no-hacer y dejarse en lo divino), sino que escucha la voz del Dios que le envía para que cumpla su mandato en la vida del mundo, asumiendo desde la convicción de creyente, la vocación a la que Dios le llama y sea la que sea. Por eso, el diálogo religioso se vuelve compromiso histórico en cuanto que ese diálogo de aquel día es punto de partida para caminar, no durante ciertos días, sino durante una vida entera.
 
Con la ayuda de Dios, en la guerra del mundo, el orante se pone al servicio de la paz y del evangelio. No penetra en sí para perderse en Dios, sino para escuchar su voz y ponerse en movimiento, volviéndose profeta o mensajero.
 
Teniendo siempre presente como principio inviolable el evangelio.
¡Evangelio, evangelio, evangelio!. Todo lo demás en inventado por el hombre.
Autor: Florencio Salvador Díaz Fernández. Estudiante de Teología Cristiana.

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