En relación a la publicación de las viñetas de Mahoma, quiero pronunciarme hoy. ¿Estan legitimadas por la libertad de expresión? ¿Se excede el mundo musulman en la virulencia de su expresión por estas viñetas?
El caso, es que todos reaccionamos con más o menos inquietud, cuando la mofa es sobre algo en lo que tenemos puesto nuestro corazón.
Por este motivo, ofrezco hoy un escrito propio, publicado en Febrero de 2006 en el diario impreso "La Voz de Estepa". Como verán es de plena actualidad.
atte. Floren de Estepa.
LAS VIÑETAS DE MOHAMMAD
Y verdaderamente que para aplacar las
aguas agitadas del Islam creo que los autores de las mal-famosas caricaturas
sobre la mofa de Mahoma -la paz sea con él-, deberían mostrar a posteriori mas prudencia.
Quizás se pueda pensar que no sea para tanto, pero pensemos en la creencia y
raíces históricas de los agraviados.
Aproximadamente en el año 570 de la era
cristiana, nació en una familia numerosísima y perteneciente a la prestigiosa
estirpe de los Koreich de la Meca el niño Mohammad, popularmente llamado
Mahoma. Joven esteta, bohemio -y pastor según la tradición-, que vivió de
manera plena la contemplación hasta que recibió en la cueva del monte “Hirá”,
las palabras sagradas que de parte de Dios le interpelaron para fundar la
sagrada religión islámica: “¡Predica en el nombre de tu Señor que te
creó! (...)¡Predica, pues tu Señor es
quién enseñó con el cálamo, enseñó al hombre lo que no conocía.”
(Sagrado
Corán,XCVI,1-5).
A pesar de estas letras y como todo
es libremente cuestionado, puede que para muchas personas el Islam sea
–equivocadamente- una religión de ignorantes. Sin embargo como escrita quedó la
Biblia cristiana, aquellas enseñanzas de Mahoma quedarían inmortalizadas en el
Corán, libro sagrado del Islam que llegaría a ser la columna vertebral de esta
gran religión profesada por 550 millones de personas en el mundo.
No se trata
de defender o culpar, creo que se trata de informarse antes de opinar. Y por
esta sagrada regla del periodismo considero que los autores de estas famosas
viñetas se extralimitan hacia lo que en Andalucía llamamos puro “cachondeo”.
Recuerdo la joven que vestida como la Virgen Macarena desfilo por una
prestigiosa pasarela de moda, causando el levantamiento de la ciudad de Sevilla.
Y otras muestras de terrible mofa de las que no me escandalizo, puesto que
hacen notar la verdadera calidad de la persona que las inflige y su poco
sentido de la sensibilidad o el respeto.
Sí admito, que me sorprende el
masoquismo en algunos sitios, especialmente de devoción y en los cuales se
venden como souvenir, montones de coronas de espinas en recuerdo de la pasión
de Jesús. Unos se pasan y otros no llegan. Y es que no nos enteramos que de la
misma manera que Jesús no es patrimonio de los Católicos, Mahoma no es
patrimonio del Islam. Son personajes históricos, además de líderes religiosos.
Y por esta razón están sujetos a ser opinables y obligatoriamente respetados
por lo mucho que representan o significan.
¡Pero claro, cuando a un líder
religioso se le relaciona de manera íntima con el terrorismo sucede lo que está
sucediendo! Y si el actor “Leo Bassi” cuestiona en una obra de teatro la
existencia de Dios, un creyente en nombre de sus principios le pone una bomba
en los camerinos, que si hubiese explotado sería la matanza del año.
Si a esto
le añadimos la arenga política que muchos “Imanes” vierten sobre la clase
humilde y en muchos casos desfavorecida de los creyentes islámicos, podemos
resumir que el conjunto de las personas forman un gran animal llamado masa que
–sea de la creencia o raza que sea- se manifiesta notoriamente enfurecido y
difícil de reconducir hacia la sana convivencia.
Y es una pena que paguen
justos por pecadores y de esta manera estigmaticen a una creencia en su
totalidad, por el estruendo de unos pocos y no nos fijemos en lo que tenemos en
casa. Islam no es violencia como vehículo para solucionar conflictos, Islam no
es estricta represión como acotamiento de libertades, Islam no es hambre,
necesidad y pateras.
Islam como cada una de las grandes religiones es creencia
y legendaria cultura, cuna de un inigualable y espléndido arte, nacimiento de
la más avanzada medicina desde la antigüedad y bastión de los sanos valores de
la hospitalidad y la fraternidad. Y de esta manera y como en todos los sitios
nacen en su seno hijos malos y buenos.
Yo mismo disfruté en tierras jordanas de
estos sanos aspectos de la cultura islámica, y por ello me niego a aceptar que
se relacione exclusivamente esta creencia con los estragos injustificables causados
por la furia de personas extremistas que anteponen la violencia a la
mansedumbre que predicó el profeta Mahoma –el Altísimo sea con el-.
Decía el
sabio árabe Almamún: “Como veo que en los delitos no influyen los
castigos que a causa de ellos se imponen, empleo como medio para evitarlos un
perdón que resulta más eficaz que cortar cabezas”. Que difícil nos
resulta a las criaturas establecer un término medio, pero tenemos que
intentarlo.
No podemos desfallecer en el intento de lograr que la paz sea posible entre
las civilizaciones y de esta manera instalar en los países, sus gobiernos y
nuestros corazones el sano principio budista-islámico-cristiano-judío de la
duradera paz.