CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

martes, 4 de septiembre de 2012

Reflexión al comienzo del 32 Congreso de Teología, “Cristianismo, Mercado y Movimientos Sociales”


Reflexión al comienzo del 32 Congreso de Teología, “Cristianismo, Mercado y Movimientos Sociales”

Aun a pesar de los casi siete años que llevo brujuleando en el campo de la teología y su estudio, estando a la puertas de la obtención de mi bachillerato como pequeño teólogo de seglares; admito que soy nuevo en esto de los congresos. Para los que somos de pueblo y para siempre hijos del pueblo, es una barrera a sortear el marchar a la capital y participar del frenesí de la metrópoli madrileña.
Aun así, es merecido el esfuerzo, pues fue mucha la riqueza y la amplitud de los campos abiertos ante uno, tras el congreso del año pasado versado sobre los fundamentalismos. Este año según el programa, nos adentramos en la situación económica actual, sin perder el norte de lo que somos, cristianos y miembros de una comunidad que tiene mucho que decir y sobre todo hacer en el mundo.
A los que seguimos –o decimos seguir- sus huellas, no nos llama Jesucristo a diario para que continuemos manteniendo incólume el depósito de la fe, e inalterable el magisterio de la Iglesia.
Ambas cosas pueden llegar a ser relativas, pues como escribí en otras ocasiones la observancia de las mismas, no es garantía de que seamos buenas personas. Manos, es lo que hacen falta en el mundo y en la Iglesia de Jesucristo. Estamos en una coyuntura complicada respecto de muchos frentes.
La economía hace aguas y se paga con sangre sobre todo en las clases bajas, donde la precariedad se hace presente en necesidades reales e incluso la perdida de la dignidad personal. Para llegar a sensibilizarnos con esta situación, debemos pensar en personas concretas. Seres de carne y hueso como nosotros, con sus tristezas, anhelos y esperanzas.
Todos estos desahuciados de la sociedad con más o menos necesidades, necesitan una respuesta global que de llegar, llegará demasiado tarde y con ganar de hacerlo todo de momento. Falta de trabajo, de la dignidad personal, escasez de pluralidad en ciertos estratos políticos y religiosos; el imperante fundamentalismo, el desaforado afán de consumo…etc.
Convendrán conmigo, que mientras la respuesta global llega a los necesitados, dejando un reguero de comisiones que enriquecerán bolsillos equivocados, la sociedad y los cristianos debemos ocupar el lugar que auténticamente nos corresponde junto a los que necesitan dinero, calor, un abrazo, o que le reconozcan su dignidad y le escuchen. “La gloria de Dios, es que el hombre viva” (S.Ireneo)
Son muchos los necesitados y necesitadas, y cada cristian@ tiene ante sí un objetivo. Una persona, sujeto digno personal y vital, que nos espera allí donde estemos, para darle una respuesta en forma de solidaridad efectiva. Personas que necesitan amor y no la intransigencia de la ley.
Admito que me gustaría que todos en la iglesia fuéramos por el mismo camino, pero eso nunca ha sido posible ni nunca lo será; al menos mientras la responsabilidad se modifique por abuso de poder. Con el debido respeto al papa, no entiendo cómo se puede proclamar un Año de la Fe, cuando debiera ser “Año de las Manos aptas para trabajar”. Estamos en la cumbre de la cresta de la crisis, estamos tocando fondo.
Asistimos casi a diario, a un espectáculo deplorable de obispos amenazando por no querer pagar impuestos como todo el mundo hace por sus casas y propiedades, aun cuando ellos con privilegios notariales se adjudican propiedades ajenas. Se ignora en muchos casos las enseñanzas de Jesús respecto del apego al dinero (Mateo 6,19-21), se participa en empresas que hacen dólares a marchas dobles. Y encima de todo esto, nuestros obispos admiten que “existe una profunda crisis de la fe que afecta a amplios grupos de personas”.
¿Está en crisis la fe, o están en desuso los efectos positivos que una persona de fe debe de llevar a cabo en nombre de Jesucristo? La fe no es sinónimo de buena persona para nadie. Y en esto estoy de acuerdo con los obispos, cuando ellos admiten que “la fe no puede considerarse hoy como un presupuesto obvio de la vida cotidiana”. Ya sabemos quienes nos llevarán la delantera (Mt 21,31).
En definitiva, ser cristianos y serlo de manera efectiva. Serlo sin caer en el consumismo desaforado al que nos someten los mercados, la economía y el afán de consumismo. Ser cristianos y si es posible, ser personas antes que cristianos, para estar junto a las personas sin considerarnos pequeños conquistadores para la causa del Reino de Dios. Primero abracemos, solucionemos el problema; luego hablaremos de Jesús que nos envía.

MI ORACIÓN PARA EL 32 CONGRESO DE TEOLOGÍA (*)

No te bendecimos, Padre, para halagarte, ni para camelarte, ni para alcanzar favores. Te bendecimos para amarte, para cantarte que estamos tras de ti, que te queremos, que nos tienes prendados y que soñamos contigo. Hemos optado por Ti, a pesar de las zancadillas, que diariamente nos asaltan.

Frente a los alicientes del consumismo y del dinero, confesamos que eres nuestro pan, verdadera fuente de vida. Tú solo eres nuestra garantía; pues no necesitamos signos espectaculares para poner nuestra confianza en ti. En la ruleta de la vida hemos apostado en tu favor.

Renunciamos a la voluntad del poder; proclamamos que ejercerlo sobre los demás es la raíz de los males que padecemos. En contrapartida, queremos ser servidores tuyos y de los hombres, nuestros hermanos, viviendo en solidaridad y compartiendo los frutos del trabajo.

Seguimos bendiciéndote, Padre, por el camino que recorrió Jesús; vida que es para nosotros santo y seña de nuestro propio destino. Lucho contra el poder que esclaviza; por eso los detentores de la fuerza le juraron odio a muerte y lo condenaron con su ley, asesinándole una tarde de primavera. Lo mataron, pero quedó su Espíritu, que sigue clamando la venganza del amor y suscitando la urgencia de su recuerdo.

Con la confianza que en ti tenemos, Padre; ayúdanos a discernir sobre nuestro papel en la vida, sobre la contribución que hacemos a la vida y dignidad de cada persona donde Tú te transfiguras. Como cristianos que decimos ser, enséñanos el lugar a ocupar responsablemente entre la sociedad, para conformar entre todos un gran movimiento de fraternidad social y solidaridad efectiva; para lograr que nadie quede ahogado o desestimado, por el desaforado afán de consumismo y deslegitimidad personal que atenaza a nuestro mundo.

Por Jesús de Nazaret, nuestro amigo y nuestro hermano, Amén.

(*) Adaptación de la Plegaria 23 de Jesús Burgaleta.