3. Disposiciones para orar
3.2 Disposición
¿Cómo
sale usted de casa para asistir a una boda familiar?. Esta pregunta nos servirá
de punto de partida de este segundo punto en las disposiciones del orante.
Sin
lugar a dudas cada uno sale de casa con lo mejor que tiene, e incluso puede que
con su mejor sonrisa.
Pero admitamos que como el refranero popular nos
advierte: “la procesión va por dentro”. El estado de ánimo que se atesora en el
interior puede ser incluso mas emotivo o festivo que la propia indumentaria, o
por el contrario se puede sobre actuar porque no se tiene disposición interior
ni ánimo para asistir al evento, lo cual le reportará una lección magistral de
hipocresía.
Trasponemos esto al evangelio y lo iluminamos con un pasaje
concreto del evangelio de Mateo:
Mateo 21,28 "¿Qué
os parece? Un hombre tenía dos hijos; se acercó al primero y le dijo: Hijo,
vete a trabajar hoy a la viña. 21,29
Y él respondió: No quiero.
Pero después se arrepintió y fue. 21,30 Se acercó al otro
hijo y le dijo lo mismo, y éste respondió: Voy, señor; pero no fue. 21,31 ¿Cuál
de los dos hizo la voluntad de su padre?". Le contestaron: "El
primero". Jesús dijo: "Os aseguro que los publicanos y las
prostitutas entrarán en el reino de Dios antes que vosotros.
Por ello debemos considerar que la disposición a la llamada, conlleva un
compromiso de fidelidad al voto recibido por Dios. Él, nos ve y valora nuestra
integridad y profundidad en la fe (actuación/examen de nuestra conciencia), de
manera que considerándonos aptos, nos ofrece la oportunidad de confiar en él y
seguir su disposición.
Por ello no debemos dar un solo paso en este sentido,
cuando no estemos seguros de cumplir responsablemente con lo que Dios nos pide
en la comunidad. Se espera de nosotros una respuesta y una respuesta efectiva.
Sentir la llamada es relativamente fácil, pero la disposición conlleva una
actitud interior de asimilar que como cristiano y como hijo, en el lugar en el
que me encuentre, me ofrezco a ser, ojo, mano y boca de Dios.
El término del texto de Mateo es claro, podemos orar con música, en grupo
o de mil maneras; pero si nos quedamos en la forma y no nos adentramos en el
modo, otros serán los que nos lleven la delantera por muy exclusivos que
podamos sentirnos en las manos de Dios.
Ahora bien, no olvidemos que al
ponernos en disposición ante Dios, al dejarle obrar en nosotros, nos unimos
junto a María en “haced lo que el os diga”. Y por ello entramos a formar parte
de los que desean ser fieles a Dios.
Dios premia la fidelidad:
Josué 24,14 Respetad
al Señor y servidle con perfección y fidelidad, alejad los dioses a los que
sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto, y servid al Señor.
Nehemías 9,8 Tú
comprobaste que era un hombre fiel e hiciste con él un pacto, según el cual le
darías a él y a su descendencia la tierra […] (respecto de Abrahám)
Sirácida
45,4 En fidelidad y en mansedumbre lo santificó, lo escogió de
entre todos los vivientes. (respecto de Moisés)
Y donde no se es fiel a Dios, desaparece
la fidelidad para con los hombres; llegados a ese punto no se puede contar con
nadie:
Autor: Florencio
Salvador Díaz Fernández.
Estudiante de Teología Cristiana.
Índice y
Bibliografía: http://cartujoconlicencia.blogspot.com.es/2012/08/la-oracion-ii-indice-y-bibliografia.html
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