CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

martes, 4 de septiembre de 2012

LA ORACION II. 3.2 DISPOSICIÓN


3. Disposiciones para orar
 
3.2 Disposición

¿Cómo sale usted de casa para asistir a una boda familiar?. Esta pregunta nos servirá de punto de partida de este segundo punto en las disposiciones del orante.
Sin lugar a dudas cada uno sale de casa con lo mejor que tiene, e incluso puede que con su mejor sonrisa.
 
Pero admitamos que como el refranero popular nos advierte: “la procesión va por dentro”. El estado de ánimo que se atesora en el interior puede ser incluso mas emotivo o festivo que la propia indumentaria, o por el contrario se puede sobre actuar porque no se tiene disposición interior ni ánimo para asistir al evento, lo cual le reportará una lección magistral de hipocresía.
 
Trasponemos esto al evangelio y lo iluminamos con un pasaje concreto del evangelio de Mateo:

Mateo 21,28 "¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos; se acercó al primero y le dijo: Hijo, vete a trabajar hoy a la viña. 21,29 Y él respondió: No quiero. Pero después se arrepintió y fue. 21,30 Se acercó al otro hijo y le dijo lo mismo, y éste respondió: Voy, señor; pero no fue. 21,31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?". Le contestaron: "El primero". Jesús dijo: "Os aseguro que los publicanos y las prostitutas entrarán en el reino de Dios antes que vosotros.
 
Por ello debemos considerar que la disposición a la llamada, conlleva un compromiso de fidelidad al voto recibido por Dios. Él, nos ve y valora nuestra integridad y profundidad en la fe (actuación/examen de nuestra conciencia), de manera que considerándonos aptos, nos ofrece la oportunidad de confiar en él y seguir su disposición.
 
Por ello no debemos dar un solo paso en este sentido, cuando no estemos seguros de cumplir responsablemente con lo que Dios nos pide en la comunidad. Se espera de nosotros una respuesta y una respuesta efectiva. Sentir la llamada es relativamente fácil, pero la disposición conlleva una actitud interior de asimilar que como cristiano y como hijo, en el lugar en el que me encuentre, me ofrezco a ser, ojo, mano y boca de Dios.

El término del texto de Mateo es claro, podemos orar con música, en grupo o de mil maneras; pero si nos quedamos en la forma y no nos adentramos en el modo, otros serán los que nos lleven la delantera por muy exclusivos que podamos sentirnos en las manos de Dios.
 
Ahora bien, no olvidemos que al ponernos en disposición ante Dios, al dejarle obrar en nosotros, nos unimos junto a María en “haced lo que el os diga”. Y por ello entramos a formar parte de los que desean ser fieles a Dios.

Dios premia la fidelidad:

Josué 24,14 Respetad al Señor y servidle con perfección y fidelidad, alejad los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto, y servid al Señor.

Nehemías 9,8 Tú comprobaste que era un hombre fiel e hiciste con él un pacto, según el cual le darías a él y a su descendencia la tierra […] (respecto de Abrahám)

Sirácida 45,4 En fidelidad y en mansedumbre lo santificó, lo escogió de entre todos los vivientes. (respecto de Moisés)

Y donde no se es fiel a Dios, desaparece la fidelidad para con los hombres; llegados a ese punto no se puede contar con nadie:

           Jeremías 9,2 Tensan su lengua como un arco; la mentira, y no la verdad, prevalece en este país; sí, caminan de delito en delito y no me conocen a mí, dice el Señor.
 
Autor: Florencio Salvador Díaz Fernández.
Estudiante de Teología Cristiana.
(Este material puede ser difundido o utilizado, indicando su autoría y procedencia)