Que celebrar no sea un conflicto
No debe serlo. Así al menos lo
pienso yo. Lo que ocurre es que derivamos cuestiones concretas hacia el límite
de lo entendible, queriendo en ocasiones hacer nuestra guerra particular contra
el resto del mundo. Me explico. El viernes escuchando la cadena SER me llamó la
atención un debate sobre la idoneidad u oportunidad de celebrar o no celebrar el
día del padre, habida cuenta de que el domingo –o sea ayer- era San José.
Desde
luego es una hermosa fiesta ligada a la tradición religiosa, en la cual culturalmente
se celebra a los padres al patriarcado, ya que San José era padre de Jesús de
Nazaret. Además llevo toda la vida convencido de que era su padre biológico. El
caso es que el asunto de celebrar o no el día del padre, es algo que me toca de
cerca pues conozco a personas muy queridas con circunstancias familiares
concretas. Todos sabemos que hoy en día existe en nuestra sociedad y en muchas
partes del mundo –y gracias a Dios- una diversidad que enriquece y aporta una
pluralidad inmensa, que nos lleva a realizar las nomenclaturas con guante
blanco, para no herir sensibilidades. Yo creo que si se quiere, se debe
celebrar el día del padre, el de la madre y el de todo lo que se quiera. Sí. El
hecho de que el otro celebre no tiene porque ser una ofensa, un dolor o una
humillación para la otra persona que no puede celebrar. Pondré el ejemplo más
elocuente. Si una niña no tiene madre, no celebrará el día de la madre pero
celebrará el día de su padre. Tanto si el ausente lo es sin más o si se da la
causa de una defunción, lo que se debe hacer es educar desde la realidad en la
que se vive, incluso si la persona es pequeña. Y los pequeños, aunque se nos
enternezcan las entrañas no están exentos del dolor de la ausencia ni están
exentos de la crueldad de los propios congéneres que en el colegio le van a
reprochar sus circunstancias concretas. Me explico. ¿Por qué hay que dejar de
celebrar la navidad en una escuela pública en la que haya un 40% de alumnos
islámicos? La navidad está incrustada en nuestra cultura y no debe de dejarse atrás
pues no es una fiesta en la cual se adoctrine de nada. Más bien yo celebraría
también con ese 40% la fiesta del Ramadán o la fiesta islámica del cordero,
explicando a los demás de otras confesiones religiosas que ello también es un
motivo de riqueza cultural; y que todo es posible celebrarlo desde el respeto y
la aceptación. Si mi hijo es celiaco, pues no quiero ver más en el comedor del
colegio un alimento derivado del trigo porque mi hijo ve tal o cual cosa y
sufre lo indecible porque no puede comerlo. Pues mire usted, que el catering sirva
un menú especial para esta persona igual que para el diabético o para tal o
cual circunstancia especifica. Se trata no de que el otro viva lo que yo vivo,
se trata de vivir sin imposiciones pero adaptándose cada cual a la vida y sus
circunstancias y facilitando al máximo la sociedad, las oportunidades para
todos y acompañándonos solidaria y humanamente hablando. Nadie tiene porque
adaptarse a lo del otro si no forma parte de su naturaleza, pero desde el
respeto y el sentido de la inclusión son posibles muchas cosas, y desde luego
la convivencia pacifica. Con todo respeto.
Un saludo cordial. Floren.