III DOMINGO DE CUARESMA A. Breve reflexión del Evangelio del Domingo.
"Que importante es ver la vida desde el corazón, dejando de lado prejuicios que limitan la dignidad personal"
HIMNO
Me has llevado hasta tu encuentro para hablarme al corazón
y me persigue tu ALIENTO suave y fuerte como el VIENTO,
Tú que habitas el silencio de mi castillo interior,
me dices que abra las puertas... y mire a mi alrededor.
Si no estuvieran abiertas
¡que las derribe tu FUERZA tu impulso LIBERADOR!,
para que entre todo hermano que necesita mi mano,
mi mesa y mi corazón.
Tú que eres PADRE del POBRE de consuelo y paz DADOR,
me quieres anunciador de alegría y esperanza
para los pasos que avanzan débiles y con temor.
Pero si mi voz no fuera Gozosa y fiel mensajera,
¡ven con tus lenguas de FUEGO, tócame y hazme de nuevo
enviado del AMOR!
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS
Lectura
del santo evangelio según san Juan (4,5-42):
En
aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo
que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado
del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.
Llega
una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus
discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice:
«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque
los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús
le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber,
le pedirías tú, y él te daría agua viva.» La mujer le dice: «Señor, si no
tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que
nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y
sus ganados?» Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed;
pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo
le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la
vida eterna.»
La
mujer le dice: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir
aquí a sacarla. Veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en
este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en
Jerusalén.» Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este
monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no
conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de
los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar
culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea
que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en
espíritu y verdad.» La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo;
cuando venga, él nos lo dirá todo.»
Jesús
le dice: «Soy yo, el que habla contigo.» En aquel pueblo muchos creyeron en él.
Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con
ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su
predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros
mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»
Palabra
del Señor
REFLEXIÓN
“Yo vengo a ti, Jesús, y te pido que me des de beber, a ti que tienes
labios secos, para que sacies mi sed, a ti que mueres sediento, para que no
muera yo también” (Cáritas). Cuando nos puede el desaliento experimentamos
la autentica vulnerabilidad del ser humano. ¡Qué pequeños somos y que
indefensos nos sentimos, cuando nuestro universo inmediato se nos derrumba o
simplemente no se llega a cumplir aquello que deseamos causándonos frustración!
Para muchos jóvenes lo inmediato es cotidiano, y por ello en ocasiones se exige
demasiado aun cuando es poco lo que se da. La mujer con la que habla Jesús es
una persona que ha pasado por mil batallas en la vida. Su “estilo” de vida no
responde a lo que la sociedad exige de ella, pero a los ojos de Jesús todo es
distinto. Que importante es ver la vida
desde el corazón, dejando de lado prejuicios que limitan la dignidad
personal y no ven más allá de las apariencias. No así Jesús. El sabe que esa
mujer está necesitada de acogida y de esperanza. En el fondo de su corazón,
reside el anhelo de aspirar a un “todo” que colme su malogrado interior. Y es
precisamente Jesús, el que se postula en forma de manantial de agua que es vida
y que hace vivir. El pueblo de Israel vivió en el Éxodo la frustración y el
sentimiento de abandono por parte de Dios. Pero, ¿acaso el Señor no nos
abandona, sino que somos nosotros quienes no prestamos atención a sus signos?
El viene a nuestra búsqueda en la vida. El es el vivo rostro de aquellos
necesitados y sedientos que están junto a nosotros. Él, que nos ama, es el
“todo” que encuentra la mujer y al que debemos aspirar nosotros. Como brújula
de nuestra vida, teniendo siempre un profundo sentido de pertenencia filial
hacia Dios, que es nuestro Padre y Jesús nuestro hermano. Ellos junto con el
Espíritu son el cauce del ánimo y la esperanza de nuestra vida. Ellos nos harán
ser agua viva hasta la eternidad. Ojalá no dejemos de confiar en Dios y en
nuestras propias posibilidades en el camino hacia la Pascua. Que Dios te guarde.
fraternalmente, Floren.