IDEAS CONVENCIONALES, PREJUICIOS Y EL SOPLO DEL ESPÍRITU
LEIRE QUINTANA AYALA, leirearmenteira@gmail.com ARMENTEIRA (PONTEVEDRA).
Hace ya muchos años que empecé a percibir en mí un "feeling"especial, una atracción hacia la vida de silencio y contemplación. Esta sintonía era tan evidente que muchas veces pensé en la posibilidad de dedicar a ello mi vida, concretamente dentro de un monasterio de monjas contemplativas. Sin embargo en seguida chocaba con una pared invisible pero muy poderosa.
Me parecía que las monjas estaban ancladas en una religiosidad dogmática con la que yo sabía no sintonizaría. Por otro lado esa opción de vida suponía una ruptura con un estilo de vida flexible y autónomo en el que yo me encontraba muy a gusto.
La verdad es que las razones parecían sólidas y suficientes para una decisión aparentemente sensata: esa vida no es para mí.
Pero la cosa no es tan sencilla. Los prejuicios, incluso las ideas convencionales socialmente aceptadas, nos pueden llegar a esclavizar, a estrujar como personas si conciernen algo directamente relacionado con el ser, con el verdadero yo.
Y son siempre una elaboración egóica.
Hace año y medio la casualidad quiso que en un retiro de oración contemplativa celebrado en el centro de San Juan de la Cruz en Segovia, me encontrara con una monja cisterciense a la que ya conocía y admiraba. El resto vino rodado.
En diciembre de 2010 inicié una nueva etapa en mi vida en el Monasterio Cisterciense de Armenteira en Pontevedra.
De alguna manera este nuevo paso supone un sí a la acogida de un anhelo profundo, sí a una vida de silencio habitado, sí a una vida de alabanza y canto, sí a una vida sencilla y responsable, sí a una vida de escucha atenta de la Palabra, sí a una vida dinámica y creativa, sí a una vida comunitaria de servicio, sí a un vida en plenitud, consciente y amplia. Sí a la confianza.
Ahora me doy cuenta de cómo los estereotipos en torno a la vida monástica femenina perjudican. Estos prejuicios están vivos en la mente colectiva, con mayor o menor arraigo. Oigo a menudo a mujeres decir que les gustaría ser monjes pero no monjas.
"Porque las monjas son otra cosa". Observo que implícitamente estos y otros comentarios parecidos demuestran una falta de autoestima por el hecho de ser mujer. Las monjas no son otra cosa que mujeres. Sin embargo la vida monástica femenina es una vida bella, profunda, que humaniza y da vigor, que es amable con la creación, que invita a la unidad en la diversidad, que aviva las facultades y que está sin completar, está en proceso y por tanto viva.
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Las mujeres tenemos que encontrar nuestra identidad propia y manifestarla con dignidad y amor.
La vida de una mujer, la vida de una monja es formidable.
Para más información: http://www.monasteriodearmenteira.org