Me atrevo a aconsejar la compra de un libro concreto. Es cierto que usted lector, hará lo que le venga en gana. Lo cual es sugerente, pues es señal de que usted se administra su libertad. Pero leer cada día el Evangelio, de la mano del amigo y conocido José María Castillo, es un regalo que nos proporciona un deleite especial.
El deleite de advertir, que la Palabra de Dios es universal, y por ende es de todos y todas. No se la puede encadenar si dogmatizar, ni vapulear. Por ello, Castillo ofrece una reflexión realista, fresca, humanizada y coherente sobre todo lo que Jesús nos quiso decir en su vida. Muchas de esas cosas la Iglesia nunca nos las dijo, por temor a liberalizar nuestra mente y pensamiento. Ella -la Iglesia- nos ama, pero antes debemos de amarnos nosotros a nosotros mismos, pues "nadie puede amar, sino se respeta y ama a sí mismo".
José María Castillo publica "La religión de Jesús" (Desclée)
Con el objetivo de poner el Evangelio en el centro de la vida cristiana
El teólogo José María Castillo estrena libro. Un libro muy especial en su amplia colección. Se titula "La religión de Jesús" y es un comentario al evangelio diario del ciclo B (2011-2012). Una obra, publicada porDesclée, en la que al autor pone su capacidad divulgativa a funcionar. Y el resultado es un libro redondo, profundamente anclado en la realidad, escrito desde la libertad y con un único objetivo: poner el Evangelio en el centro de la vida cristiana.
Este es el texto de la contraportada
Los evangelios cuentan la historia de un conflicto mortal: el conflicto de Jesús con los dirigentes oficiales de la religión. Los sacerdotes del templo, y quienes pensaban como ellos, no pudieron soportar el Evangelio. Mientras este hecho asombroso estuvo vivo, la Iglesia fue admirada y creció.La Iglesia fue así esperanza para los que sufren. Hasta el día en que los "hombres de Iglesia" pensaron que era mejor hacer del cristianismo una religión: "la religión que el divino apóstol Pedro enseñó a los romanos" (Código de Teodosio [emperador], 16, 1, 2. Año 380).Así, la institución eclesiástica subvirtió el cristianismo, volviendo la espalda a la vida y al destino de Jesús, aunque el Evangelio se siga leyendo en todas las misas.Desde entonces, el Evangelio resulta incomprensible. Y hay quienes piensan que ni cuenta la verdad, ni lo que dice sirve para la vida. Por supuesto, no sirve para la vida que llevamos los que repasamos con más interés los números de la cuenta corriente del banco que el sentido que pueden tener ahora mismo las palabras de Jesús.PRESENTACIÓN
Es un hecho que, en la práctica diaria de la vida de la Iglesia y de la vida de los cristianos, se le concede más importancia al Catecismo que al Evangelio. Y prueba de ello es que a los cristianos -especialmente a los católicos- se les reconoce y se les identifica más por las ideas y las costumbres que han aprendido en el Catecismo, que por las convicciones, valores y pautas de conducta que puede deducir del Evangelio quien lo toma en serio y organiza su vida de acuerdo con sus exigencias.Los niños, en la escuela, aprenden antes el Catecismo que el Evangelio. Y si un sacerdote enseña a sus feligreses cosas que no están de acuerdo con
el Catecismo, seguramente recibirá una reprimenda del obispado. Pero si la vida de ese sacerdote tiene poco que ver con lo que dijo Jesús en el Sermón del Monte, lo más probable es que nadie le llame la atención.Este libro no pretende quitarle importancia al Catecismo. Lo que pretende es ayudar a los creyentes en Jesús a que se den cuenta -y
saquen las consecuencias que de ello se siguen- de que el Evangelio es central en el cristianismo. Porque en el Evangelio es donde descubrimos y aprendemos dónde está, lo que es y lo que representa el centro
mismo de la Iglesia y de la fe. Ese centro no es Dios.Ni es la religión. Ni la fe. No hay más centro que Jesús mismo. Porque en Jesús, tal como lo descubrimos en el Evangelio de cada día, es donde encontramos a Dios, donde nos enteramos de cómo es Dios y de lo que Dios quiere.Hay que decirlo sin miedo: la Iglesia pierde credibilidad, pierde fieles, pierde sacerdotes y vocaciones, pierde importancia. La Iglesia pierde
tantas cosas porque en la Iglesia se le tiene miedo al Evangelio. Es importante estudiar el Evangelio. Pero más apremiante es vivirlo. Ayudar a vivirlo es lo que pretende la breve reflexión que aquí se propone
sobre el relato evangélico de cada día.