7.2
¿Qué esperar de la oración?
Los
que hemos tenido oportunidad de catequizar durante décadas, observamos la ingenuidad
de los críos al rezar a Dios. Estos en su corta edad siempre se colocan desde
el papel de necesitados, pidiendo cosas curiosísimas:
-señor, que sea alta que de los
bajos todos se ríen.
-señor, que no me toquen mi amigo otra vez la espalda
que la tengo quemada, te lo pedí ayer y hoy me la ha vuelto a tocar y me duele.
Y
es que cada persona pide a Dios, según la imagen que de Dios se tenga. El Dios
de la infancia es el “Deux ex machina”, pero nosotros en nuestra madurez
tenemos que tener en cuenta aquello de Tomás de Aquino; “no hay que esperar de
Dios algo menor que Él mismo”.
En
contraste con la oración de los niños podemos observar la oración de una
adolescente de 15 años que admite que; “antes pedía a Dios para salir bien
de los exámenes; hasta que me propuse adelgazar por mis medios y lo logré. No
se lo pedí a Dios, lo logré con mi fuerza de voluntad. Entonces comprendí que
con los exámenes pasaba igual, así que poco a poco deje de rezar pues no le
encontré sentido”.
Esta
actitud parece adulta e incluso nos puede parecer responsable, pero, ¿no nos
llevaría a prescindir de Dios?. Y por otra parte no nos dice Jesús:
Mateo 7,7
"Pedid y se os
dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá. 7,8 Porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra y
al que llama se le abre. 7,9 ¿O quién de
vosotros si su hijo le pide pan le dará una piedra? 7,10 O si le pide un pez, ¿le dará una serpiente? 7,11 Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar a vuestros
hijos cosas buenas, ¡cuánto más vuestro Padre celestial dará cosas buenas a
quien se las pida!"
Podría dar la impresión de
que Jesús nos ofrece aquí, en este pasaje un cheque en blanco para que pidamos
sin desfallecer y con convicción de recibir, y más aun cuando dice; “Todo
lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré” (Jn14,13). Pero reconozcamos
que esto puede resultar contradictorio con la experiencia diaria.
No podemos interpretar
correctamente este pasaje sin compararlo con la versión mucho mas teológica de
Lucas, que nos dice cuáles son esas “cosas buenas” que podemos
esperar de Dios. He aquí el final de Lucas: “…¡cuánto más el Padre del
cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” (Lc11,13).
Autor:
Florencio Salvador Díaz Fernández.
Estudiante de
Teología Cristiana.
(Este
material puede ser difundido o utilizado, indicando su autoría y procedencia)