CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

miércoles, 29 de agosto de 2012

LA ORACIÓN II. 3. DISPOSICIONES PARA ORAR 3.1 LLAMADA


3. Disposiciones para orar

El camino de la oración está determinado por tres acciones concretas que son parte de un proceso, por medio del cual la persona se adentra en la dinámica orante, y crece ante los ojos de Dios y de las personas, asentando a cada paso el fundamento de su vivencia de Dios en el mundo.
 
Aunque cada persona en función de sus características propias, afronte el camino orante de una perspectiva determinada, no cabe la menor duda de que en cada caso se pueden diferenciar estos tres aspectos fundamentales y básicos: la llamada, la disposición y el deseo de caminar.
Disgregamos estos tres puntos para profundizar un poco sobre ellos.

 

3.1 Llamada

Como el pequeño niño que a base de trompicones aprende a andar, poco a poco. El cristiano igualmente de una manera torpe e infantil, comienza su proceso de inmersión en el cristianismo, llevando de la mano –como indispensable-, o desarrollando una actitud orante.
 
Imprecisa, inmadura, pero no carente de sensibilidad a los ojos de Dios -pues cada acción brota desde un corazón que late-, todos aprendimos nociones básicas para orar y de esta manera nuestros mayores nos enseñaron a crear un hábito para rezar.
 
Pero llegados a la plenitud de nuestra vida y quizás por una causa determinante o consecución de un profundo proceso de fe, el cristiano siente la necesidad de adentrarse en una oración adulta, responsable y llena de significado tanto en su contenido como en su forma desarrollada.
 
En ocasiones este punto de partida esta causado por un efecto sobre nosotros, sea de la naturaleza que sea, y al cual podemos denominar llamada.

Indudablemente Dios no nos va a llamar ni nos llamará, en cuanto a que no oiremos un “rrrrring” en el teléfono de casa y Dios nos dirá, ¡venga!.
Como llamada interpretamos el punto de partida o el momento en el que consideramos que nos adentramos de una manera responsable en el camino de la oración.
 
Un camino que si bien en primer, lugar esta lleno de elementos de mediación o devociones particulares, se vuelve poco a poco encuentro personal con el absoluto donde se escucha la voz de Dios.
Ciertamente, el orante procura adentrarse en su interior, pero el centro de su vida no es ya su esfuerzo humano, ni el vacío divino, sino el Dios personal que se revela, llamándole a la vida, abriéndole un camino, pidiéndole una respuesta.
 
Así aparece en los grandes testimonios de oración profética: la llamada de Moisés, Isaías o Jeremías:

Exodo 3,2 "Allí se le apareció el ángel del Señor en llama de fuego, en medio de una zarza. Miró, y vio que la zarza ardía sin consumirse. 3,4 El Señor vio que se acercaba para mirar y lo llamó desde la zarza: "¡Moisés! ¡Moisés!". Y él respondió: "Aquí estoy". 3,5 Dios le dijo: "No te acerques. Descálzate, porque el lugar en que estás es tierra santa". 3,6 Y añadió: "Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". Moisés se tapó la cara, porque temía ver a Dios. 3,14 Dios dijo a Moisés: "Yo soy el que soy. Así responderás a los israelitas: Yo soy me ha enviado a vosotros".



Autor: Florencio Salvador Díaz Fernández.
Estudiante de Teología Cristiana.
Índice y Bibliografía: http://cartujoconlicencia.blogspot.com.es/2012/08/la-oracion-ii-indice-y-bibliografia.html
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