La Asunción, ¿una Virgen con papeles?
Nuevamente en el ecuador de la etapa
vacacional por antonomasia, el verano nos propone la fiesta de la Asunción como
festiva, o la fiesta de la virgen de Agosto, como se nombra en muchos pueblo y
zonas.
Celebrada con fervor en muchos
sitios, con indiferencia en otros y con respeto y otras actitudes determinadas,
por cada una de las personas. Yo amanezco hoy temprano, en un fresco día que me
trae trabajo floral. ¡¡Bendito sea el trabajo!!
Aunque esta jornada sea medio
laborable, celebro con alegría esta fiesta de la Asunción, y saco mi propia conclusión
de la onomástica dogmática. Y mi reflexión de hoy, se acompaña del dolor
sentido cuando esta mañana temprano escuchando la radio, atendía al testimonio
de un inmigrante sin papeles, que manifestaba su desamparo y desconcierto, al
saber de la retirada de la tarjeta sanitaria a los transeúntes, por parte del
gobierno de España.
Convendrán conmigo, en que aunque
por un lado celebramos la Asunción, hay muy poco que celebrar por parte de
algunas personas. Sobre todo, aquellas llamadas “SIN PAPELES”. Al uso de este
pensamiento, mi mente pregunta al viento, ¿tenía la Virgen María papeles? Hoy la
celebramos como Asunta, le rezamos y la incensamos; pero que sería de ella sin
papeles en nuestra España de hoy que la celebra como nación muy católica y
tradicional.
Como persona humana que fue, la
verdad es que María de Nazaret no tiene muchos papeles que digamos. Desde el
plano dogmático, es mucho lo escrito y manifestado como revelado. Fijamos por
ejemplo en el fundamento del dogma “Asuntino” que data del siglo pasado.
“Por eso …para gloria de Dios
omnipotente que otorgó su particular benevolencia a la Virgen María, para honor
de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte,
para aumento de la gloria misma augusta Madre, y gozo y regocijo de toda la
Iglesia, por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados
Apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, proclamamos, declaramos y definimos ser
dogma divinamente revelado: Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen
María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la
gloria celestial.
Por eso, si alguno, lo que Dios no
permita, se atreviese a negar o voluntariamente poner en duda lo que por Nos ha
sido definido, sepa que se ha apartado totalmente de la fe divina y católica.” (Constitución Apostólica “Munificentissimus Deus”, 1 Nov 1950. Pío XII Pontífice)
Aunque no fue la primera vez que
se alude al misterio de la muerte de la Virgen María, ya que en el año 1169, S.S.
Alejandro III, escribe una carta titulada “Ex
litteris tuis” al sultán residente en Iconio; al cual le expone los
fundamentos de la fe, incluyendo esta máxima mariana: “María, […] concibió ciertamente
sin deshonor, dio a luz sin dolor, emigró de aquí sin corrupción en conformidad
con la palabra del ángel”
Ni que decir tiene, que por boca
de Pío XII parece que estoy apartado del catolicismo pues confirmo que la Asunción
de la virgen, no la entiendo como tal, sino como encumbramiento imaginativo de
su figura, por lo mucho que la queremos.
En la actualidad, en que debemos
se buscar y descifrar el rostro de Jesús entre la sociedad que nos reclama a
testimoniar nuestro cristianismo, bien debiéramos de buscar y descifrar
igualmente el rostro de la Virgen María, pues fue prototipo de cumplimento del
Evangelio y la Palabra de su hijo Jesús.
Esta, María, quería aquello que
anhelaba su hijo, pues siendo madre, pasó a ser discípula y luego apóstol del
Reino con el que ella colaboró íntimamente. Siendo Jesús, carne de la carne de
José y de María, sin dudas ellos se impregnaron de la sensibilidad de su hijo
para con los necesitados, los infelices, los enfermos. Consideraron que el
mayor favor que a Jesús podemos hacer, es tratar con humanidad a las personas,
para ser igualmente tratados, pues vaso de agua que demos, es a Jesús a quien
lo damos.
¿Qué estamos haciendo, por lo
tanto, quizás callando, quizás siendo cómplices de esta ruptura de la
solidaridad universal que la sanidad española contemplaba?
“Porque tuve hambre y me diste de
comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedaste” Mt 25 35.
¿En qué estado dejamos esta enseñanza de Jesús? ¿Nos conformaremos con la letanía
de peticiones de la misa, en la cual pedimos trabajo y salud para la gente? Es
de un alto valor humano el recordar a los necesitados, pues demostramos sensibilidad.
Pero hay que poner en marcha acciones oportunas para ejecutar y ser
solidariamente efectivos. Porque si no, nada tiene sentido. Solo son palabras y
más palabras, como las aquí escritas.
En el magníficat de hoy, leemos
que “a los hambrientos los colma de bienes”. Un ambriento en el mundo, lo único
que quiere es que le sacien el estomago, y luego que que le hablen de lo que
sea. Pero antes, paliar la necesidad humana.
Flaco favor le hacemos a la Virgen
María si la ensalzamos por un lado, y le quitamos su dignidad por el otro lado,
negando derechos a los más desfavorecidos, en los cuales se revela el rostro de
Jesús.
Por ello, con Jesús Burgaleta, me
atrevo a elevar al cielo esta plegaria, por el Padre del Cielo, por su Hijo,
por los amigos de su Hijo, por María Asunta al cielo, y por todos los que deben
de ver en nuestra acogida, respeto y solidaridad, un nuevo cielo en la tierra.
Padre, levantamos las manos con los dedos en señal de victoria,
para bendecirte en este día en que celebramos el triunfo de María.
Sí, Padre, en ella has levantado un monumento a los
pobres, a los explotados, a los hijos del proletariado de la ciudades y a los
trabajadores del campo.
No son monumentos para hombres montados a caballo, ni
con espadas en alto, ni con frentes arrogantes coronadas de Gracias o despojos.
Ni dedicas las calles a los especuladores legales, ni
a los conquistadores, ni a los caudillos, ni a los embaucadores con ideologías.
Tú exaltas a los hijos del pueblo; a los que a pesar
del trabajo humillante, de la represión, el despojo y la incultura hacen un
esfuerzo sobrehumano para amar y para cambiar este mundo con la fuerza del amor
airado.
Tú magnificas, Padre, a los esclavos rebeldes, a los
trabajadores revolucionarios, a los creyentes contestatarios, a los sacerdotes
sin altar –sólo apoyados en el testimonio de su vida-.
Miles de voces, las de todas las manifestaciones del
orbe, te aclaman; y sus gritos, unidos a tu nombre, son el canto de la libertad
y de la exaltación del pueblo, que te lo agradece, diciendo aquella oración que
nos hace efectivamente humanos… PADRE NUESTRO QUE ESTAS EN EL CIELO…
Con voces ahogadas por el gozo aclamamos a Jesús, el
primero de los cautivos liberados, el humillado que fue exaltado, el reprimido
rebelde, el censurado, cuyo evangelio se proclama en alto.
Ha llegado a se el primero porque conquistó el último
puesto y desde allí, recuperó la dignidad humana hasta llegar a ser el hombre
perfecto.
Hoy lo proclamamos símbolo de la humanidad y
primogénito de todas las conciencias despiertas; y nos alegramos con Jesús
afirmando nuestra solidaridad con su mismo estilo de vida.
Nos sentimos participes de su Espíritu y a El nos
remitimos, en esta vida, para excitar la esperanza en el triunfo y simbolizar
la comunión fraternal de los que se reúnen en nombre de Jesús, bien para
compartir una mesa, o degustar la Palabra auténticamente revelada.
Padre, al recordar a tu hijo Jesús nacido de María y
de José con la asistencia de tu santo Espíritu, hacemos el memorial de su
exaltación, pues quisieron asesinarlo y borrar de la tierra su recuerdo.
La calidad de la vida de Jesús y de su madre, perdura
para siempre grabada en nosotros.
Y hacemos esta fiesta como símbolo de la adhesión a su
camino.
Esperamos que junto con Jesús, viviremos en la tierra
nueva de la libertad y el amor donde te daremos gloria por los siglos de los
siglos. Amén.
Buen día, y buena semana.
Atte. Desde Andalucía, Floren de Estepa. (Estudiante
de teología cristiana)