PLEGARIA DE ORACIÓN POR EL TRABAJO, EN LA HUELGA
GENERAL 14 N 2012
Padre bueno que nos amas y nos
buscas.
Este día no es de descanso cotidiano,
es de descanso obligado y necesario.
Aun cuando siempre tenemos ocasión
de leventar hacia Ti el corazón
agradecido por el universo, el mundo
y la vida;
hoy te pedimos por el trabajo
y la dignidad de su desarrollo.
Tu nos concediste un mundo completo y
acabado
en donde el hombre fuera adorno
innecesario;
nos has encomendado llenar la tierra
y someterla,
poner nombre a los animales y las
cosas.
Nos has dado participación en tu
trabajo creador
y nos has hecho jornaleros de tu
Reino.
Pero tus camino, Señor,
no son nuestros caminos.
Tú pensaste en el trabajo de los
hombres y mujeres
como una fuente de igualdad,
pero vivimos una desigualdad
legalizada.
¿Quién quiere comprender en este
mundo
que los últimos son los primeros?
La justicia del débil, que es la
tuya,
no coincide con la “justicia de los
fuertes”.
Ya en los primeros tiempos nos
revelaste
que "no explotarás al jornalero
pobre y necesitado,
ya sea uno de tus compatriotas, o un
extranjero
que vive en alguna de las ciudades de
tu país”(Dt 24,14-15).
Ahora, Padre bueno, en esta etapa de
la historia
resuena en nuestros oídos
el testimonio del carpintero de
Nazaret, Jesús.
El compartió la fatiga de los
cansados
y regó nuestra tierra con el sudor de
su cuerpo y con su sangre.
Dispuso una mesa para todos,
en igualdad se genero,
sexo, raza o condición social y
económica;
una mesa dispuesta de alimentos
para santificar la presencia del
Espñiritu
por medio de la comensalia.
Abre nuestros oídos Padre de amor,
para que en estos momentos dificiles,
“no les neguemos lo esencial y la
justicia a los pobres” (Ex 23,6).
Que por tu Espíritu, presente entre
nosotros,
se convierta nuestro quehacer de cada
día
en una eucaristía de la vida:
sacrificio agradable para el Padre,
alimento y liberación para el
hermano.
Hoy Señor, en esta Jornada de Huelga
por el clamor del trabajo y los
derechos humanos,
nos acordamos ante Ti de todos los
hombres y mujeres
cuya vida depende de un sueldo cada
mes y cada hora.
De los que no tienen trabajo,
de los que trabajan sin recompensa
justa;
de los que han muerto trabajando.
Tú que eres capaz de convertir los
corazones,
haz que nuestro recuerdo en esta
jornada
no se quede en palabras.
Danos sentido de unión y solidaridad,
para lograr que a todos los hombres y
mujeres de la tierra
llegue su parte de trabajo y la
retribución a su tiempo.
Nuestra plegaria tambien hoy
“quiere reivindicar la libertad de
todos
para vivir su propia vida,
para vivir con la persona amada
y para crear y cuidar a su entorno
familiar,
mereciendo respeto por ello” (J.R.Z.).
Que todos juntos,
cada uno a su hora y en su puesto,
construyamos un mundo renovado,
humano,
limpio de abusos y de envidia,
en el que Tú serás la recompensa.
Te lo pedimos, en Cristo y por
Cristo, con Él y junto a Él, Amén.
Floren de Estepa (Estudiante de
Teología Cristiana)