CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

viernes, 11 de mayo de 2012

¿ESPERAR? NADA


¿Esperar? Nada



Mis queridos amigos y amigas.

Os agradezco de corazón el ánimo demostrado en esta historia surrealista en la que estoy involucrado.

Hace días, os comunicaba que estaba triste. Sí, bastante.

Hoy estoy cansado del trabajo, pero el ánimo está muy robustecido.

Por ello, me decido a escribir unas líneas, con la seguridad de que de ellas solo debe extraerse el propio estado de ánimo del que escribe y la gratitud a todos los que de una manera u otra, en estos días me habéis mandado un abrazo cálido.

Se agradecen los abrazos, os lo aseguro. Sobre todo se agradecen porque por medio de ellos, tiene uno autentica conciencia de quienes somos comunidad. “No te sientas solo ni triste, en la lejanía sabes que mucha gente estamos contigo, te deseamos lo mejor y te deseamos que sepas vivir tu realidad con alegría, con paz, con todo el gozo del mundo. ¿Quién es quién para interponerse en nuestra vida?” (Ana Rodrígo)

Sabed, que soy consciente de que me observan. Eso está bien.

Será porque nuestra voz, la de los críticos en la iglesia, es escuchada en foros y medios de comunicación. Y en muchos casos mal utilizada y mal interpretada.

Solo deciros que la situación es muy complicada, y por el bien de muchas personas y la serenidad de mi comunidad, espero que no se materialice la represalia. “Haces bien en resistir asumiendo el dolor pero manteniéndote firme en tu fe y tu libertad. Al final tu dolor dará fruto. Otros a tu lado resucitarán”. (Antonio Duato)

Porque el ánimo de muchas personas respecto de nuestra iglesia, está en juego y pende de un hilo.

Ninguna institución o comunidad de personas, está en la actualidad más deslegitimada para denunciar escándalos, actitudes licenciosas o criticas impropias, que la Iglesia católica. Y siempre se puede poner los temas sobre la mesa, o discutir opciones, pero jamás decidir por otros, o dirimir cuestiones que afectan a las personas de una manera concreta.

Me dijo un amigo hace días: “Floren, que se nos note que nos duele la iglesia”.

Os aseguro que me duele la iglesia, porque me duele la gente.

Me duele que nos cueste tanto ver el testimonio, la justicia y la fraternidad desde los pulpitos.

Me duele, la desafección para con la iglesia de familias enteras, porque se le dio a alguno de sus miembros un trato desproporcionado.

Eso me duele. Me duelen las cuotas de poder, las calumnias y el párvulo que algunas personas dan a la información podrida de llega a tales sitios, de unos y otros.

¿Dónde queda el diálogo? ¿Dónde la corrección fraterna?

José María Castillo el teólogo me animaba ayer, a no negociar con mi libertad ni con mi dignidad. A mantenerme tranquilo, pues nada nos apartará de Jesús. Me advirtió que por sus muchas experiencias en historias como esta, mi piel se irá endureciendo hasta que estas cuestiones resbalen como el agua en un cristal.

Gracias pues a José María.

A todos pediros vuestra oración. Agradeceros el ánimo.

Y dejaros claro que, como esperar esperar, NO ESPERO NADA.