La cátedra, elemento a contextualizar en la Iglesia del siglo
XXI
Como ya se sabe, Cátedra viene
del latinazgo cathedra, y este del griego καθέδρα. Significa asiento o sede, desde
el cual se imparte una determinada enseñanza o ejemplo; y también lugar del que
emana una determinada autoridad y desde el que se gobierna. La más conocida es
la celebrada el 22 de Febrero, la cátedra de San Pedro. Fiesta instituida en el
S.IV (depositio martyrum) para fortalecer la autoridad del papado, aunque hay
que tener en cuenta que “hasta el siglo X la iglesia fue sinodal, o sea que la
autoridad no era exclusiva del papa” (J.Mª Castillo).
Pero si algo caracteriza
esta fiesta, es el revestimiento que se hace en el Vaticano de la imagen de San
Pedro, ornándolo con unas ricas vestimentas llenas de piedras preciosas. Esto es
una tradición y está bien, pues tiene su encanto. Pero no se puede perder de vista,
que existiendo en el mundo las desigualdades que hay entre países y sectores de
la sociedad y apostando Jesús de Nazaret por la austeridad en la vida; se deje un poco de lado la dimensión de
pastoreo y/o responsabilidad que conlleva el solio pontificio.
Si hablamos de
autoridad, basta decir que en toda dimensión de la vida en la que está el hombre
y la mujer de cada tiempo, se ha hecho –en muchos casos- un uso abusivo o
irresponsable de la autoridad, y la iglesia puede ser un buen ejemplo de ello y
también de su aspecto antagónico; pues también hay verdaderas personas seguidoras de Jesús que apuestan por
la vida, como único soporte vital para anunciar el Reino de Dios.
Esto pasa
desde todos los planos eclesiásticos, desde el papado hasta la última parroquia
de pueblo donde se pueden suceder cambios y decisiones pastorales de calado,
sin tener en cuenta a nadie y bajo a autoridad episcopal; paraguas ideal para
justificar todos los posibles desmanes. En estas formas de autoridad que pasan
con indolencia por encima de las personas y cuya última autoridad emana de la
cátedra del Pedro –sede pontificia- nada tiene que ver Jesús de Nazaret.
Y una
prueba incontestable de ello la tenemos en el evangelio de hoy, que por cierto
nos habla de cátedras. “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y
los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos
hacen, porque ellos no hacen lo que dicen” (Mateo 23,1-12).
¿Cuántas personas
sin merecerlo, han hablado en nombre de Dios o de su Hijo Jesús?
No hagamos
demagogia gratuita, pues en los escribas y fariseos están representados todas
las personas que abusan de su estatus o su responsabilidad; con el gravamen de
que estos se atreven a decir a la gente como tienen que actuar. Paradigma de
ello son los actuales sacerdotes, pero no son los únicos, pues como digo a ese
ejemplo estamos todos supeditados. ¿El camino a seguir? “Vosotros, en cambio,
no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos
vosotros sois hermanos” (Mt 23,1ss).
Por medio de estas palabras Jesús de Nazaret
diluye la autoridad sea de la forma que sea, y la torna en responsabilidad
fraterna desde la colectividad. El servicio es la clave de la praxis cristiana
y no el servicio desde las planificaciones a un nivel eclesiástico “cuasi”
gubernamental. Un ejemplo de servicio lo veo hoy en día en la persona del Papa
Francisco, pues siendo él la propia realidad encarnada de la autoridad de la
sede de Pedro –su cátedra-, anatematiza –condena- todo privilegio existente
para la iglesias y los prelados y presbíteros.
Anima a los pastores a tener
olor de ovejas, o sea, vivir con la gente enseñando el evangelio desde lo que
sean capaces de hacer sus manos. Y sobre todo su aspecto más fascinante,
Francisco abraza sin medida, consuela y es todo corazón. Por ello, creo que
para contextualizar la fiesta de la cátedra de san Pedro y su último
significado hoy en día, tenemos que hacer una interpretación desde el legado
que Francisco construye en nuestra Iglesia.
Un legado que se basa en la persona
y su respeto como objetivo primordial del amor de Dios. Un legado que se apoya
en la necesidad de cuidar la naturaleza –asignatura pendiente para todos- desde
un cristianismo ecológico y sin perder de vista aquello que todo lo impregna,
la Palabra de Dios como base, fundamento, objetivo, meta y final de todo.
Creo
que Francisco es la viva encarnación de Pedro, y no precisamente por la
autoridad, sino por ser hombres sencillos que todo lo pusieron en las manos del
Señor y en él confiaron y tuvieron puesta su complacencia.
Donde hay un árbol que plantar, plántalo tú.
Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú.
Donde haya un esfuerzo que todos esquiven, acéptalo tú.
Sé el que apartó del camino la piedra,
El odio de los corazones y las dificultades del problema.
Hay la alegría de ser sano y justo,
pero hay sobre todo, la inmensa alegría de servir.
Qué triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho.
Si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que
emprender.
No caigas en el error de que sólo
se hacen méritos con los grandes trabajos.
Hay pequeños servicios: poner una mesa,
ordenar unos libros, peinar una niña.
El servir no es una faena de seres inferiores.
Dios, que es el fruto y la luz, sirve.
Y te pregunta cada día: ¿Serviste hoy?
Gloria Fuertes