CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

miércoles, 30 de enero de 2013

ME DUELE LA CABEZA, SR. OBISPO

Me duele la cabeza, Sr. Obispo

¿Entienden los obispos que a las personas nos importa más la sanidad y nuestra dignidad, que de quien se enamora tal o cual persona?


“Haced memoria de cuanto recibisteis” (Nm 11,5), se le decía al antiguo pueblo de Israel, para recordar los beneficios del Señor. 
Eso es lo que pretendo hacer yo en este momento, un poco de memoria. Hacen ya bastantes meses que el gobierno de España tomo la medida de negar la tarjeta sanidad a los inmigrantes, para el ahorro de unos 500 millones de €uros. Algo sorprendente, sobre todo para quien no esperara medidas de este calado en un gobierno conservador. 
Han sido muchas más. Pero hoy concretamente, sabemos que la atención a los inmigrantes, es paralizada en Navarra, porque el Constitucional ha admitido a trámite el recurso del gobierno. Mientras sus señorías deliberen sobre el asunto, los inmigrantes en Navarra, no tendrán sanidad al menos durante cinco meses. Esto desde luego es la guinda del pastel –por decirlo de algún modo-, ya que ONGs de atención a sin papeles y  comunidades como la Canaria, llevan meses lamentándose por la nefasta política de atención a estas personas. 
Repito, ¡PERSONAS! No hablamos de animales ni otros seres que deben de ser atendidos igualmente. Hablamos de seres humanos, que tienen –y deben tener- por su propio derecho una dignidad e integridad reconocidas. Al uso de la memoria que hoy realizo, quiero llamar humildemente la atención sobre los obispos españoles y su recomendación ante las elecciones generales de 2011, para que los católicos orientáramos nuestro voto. 
Los obispos, hay que reconocer que se emplearon bien, pues al uso del tema en el cap.6 de aquel escrito decían que: “la grave crisis económica actual reclama políticas sociales y económicas responsables y promotoras de la dignidad de las personas […], políticas que atiendan a las necesidades de los más vulnerables, como son los ancianos, los enfermos y los inmigrantes”
Cualquiera pudiera gritar palabra de Dios, si estos deseos episcopales fueran hoy una realidad en España. Pero sube el número de ancianos dependientes sin atender por la paralización de la Ley de la Dependencia, menguan las ayudas para la investigación de enfermedades raras, se quitan urgencias en nutridos grupos poblacionales, se deniega la atención a muchos inmigrantes, se congelan las pagas de los jubilados mientras suben los impuestos…etc. 
Yo creo que bien merecen aquellos que nos recomendaron el voto, que les preguntemos quien les inspiro tal decisión. 

"lo que más desearía es ver la palmadita de un obispo en la espalda de un inmigrante, cuando este le dijera: me duele la cabeza, Sr. Obispo."

El Espíritu Santo no desde luego, ya que su altura demuestra más cordura que los seres terrenales. Porque gobiernan aquellos que los obispos bendicen con solicitud, y aquellos que han aupado la asignatura de religión como evaluable en la ESO y han puesto trabas a la mujer sobre su derecho a abortar. 
Creo que desde el flanco dogmático, los obispos están contentos con nuestros gobernantes. Desde el plano social, ni están ni se les espera. Todo los despachan en la Conferencia Episcopal Española con cartas larguísimas e imposibles de leer, en las cuales dejan caer como perlas: “…hacemos una llamada a la gratuidad. Trabajemos por la justicia para que todos vean respetados sus derechos. […] Jesucristo ya nos advirtió que los pobres los tendríamos siempre entre nosotros. (cf. Mt 26, 11). […]Ello supone que esta reflexión debe hacerse teniendo en cuenta la opción cristiana por los pobres y la realidad de los más débiles y desposeídos (C.E.Pastoral Social 10-06-2012). 
De pasada hablan los obispos de los inmigrantes –aunque se muestran muy preocupados-, en el documento Ante la crisis, solidaridad CEE. Documentos muy logrados lingüísticamente hablando, pero que son autentico papel mojado, para crear conciencia o dar solución a problemas básicos de los ciudadanos. Hago memoria hoy, y recuerdo cuando los obispos –en la voz del rosado monseñor Camino- amenazaron con la excomunión a los políticos que votaran leyes inmorales a los ojos de la jerarquía eclesiástica. 
¿A quien han amenazado con excomulgar ahora, tras estos flagrantes recortes en sanidad y en derechos básicos de las gentes? ¿Entienden los obispos que a las personas nos importa más la sanidad y nuestra dignidad, que de quien se enamora tal o cual persona? 
Lo digo –por ejemplo-, porque siento un poco de vergüenza ajena al ver campañas contra los recortes sanitarios en otras iglesias como la Evangélica, la cual denuncia con la frase “la misma ley regirá para el natural que para el extranjero que habite entre vosotros” (Exodo 12.49). Vamos con otra pregunta al uso. Admitiendo como curiosa la circunstancia, de que la partida presupuestaria del estado español a la Iglesia Católica es de las pocas partidas que no se han recortado, me pregunto. 
¿De los 249.000.000 millones de €uros que reciben los obispos, cuantos €uros son destinados a la atención social y cuántos son dedicados al mantenimiento del organigrama eclesiástico? Si supiéramos las cifras, se nos quitarían las ganas de comer hoy. 
Sí. Cáritas es el flotador de los obispos, cuando se esgrimen estos temas, pero ojo; Cáritas fundamentalmente se nutre de la ayuda económica y de labores de voluntariado de personas corrientes. 
Que son iglesia, sí. 
Pero son la base, la comunidad de los creyentes, los que siguen los pasos de Jesús y se “pringan” en la vida y con los problemas de la gente. Gente que teniendo lo justo, dan 100, 200€ o un pan grande –como hacemos en casa- un día sí y otro también, para que coma una familia de cinco personas. 
Esto es vida junto a Jesús, y no estar esgrimiendo diariamente la barita mágica para no pagar el IBI al estado y mantener los privilegios. 
Lo he dicho muchas veces y no me importa seguir siendo polémico para algunos. ESTAN HUNDIENDO LA IGLESIA DE JESÚS, porque no testimonian. No llegan a la gente. Y lo que más desearía es ver la palmadita de un obispo en la espalda de un inmigrante, cuando este le dijera: me duele la cabeza, Sr. Obispo.