¿Quién es Dios para ti?
No. No es una pregunta de tercer
nivel en el Trivial Pursuit. Anoche un sacerdote reflexionaba sobre ello ante
un nutrido grupo de gente, y como esta mañana desde Religión Digital se nos
comunica que el papa manifiesta que “Dios es el gran ausente en la vida de las
personas y que el cristiano no debe tener miedo de ir contra corriente”, -digo
que- deseo pensar en voz alta.
Yo entiendo a quienes desean ayudar a que otras
personas descubran a Dios. Bien porque sean personas que consideremos alejadas –de
la Iglesia-, o bien porque la creencia o religiosidad de estos, se fundamente
exclusivamente en el culto o devoción a tal o cual imagen. Pero ojo, esta teoría
bien podemos encabezarla con el grito medieval de “¡Santiago lo quiere!”, o
considerarnos cuasi evangelizadores que como Colón llevaron el evangelio a América,
aunque el precio pagado por los indígenas fuera insoportable.
Con todo respeto,
estas teorías evangelizadoras conllevan un porcentaje de paternalismo muy
considerable. Al menos así lo considero yo, ya que por muy llamados que nos
sintamos para anunciar al Señor, siempre debemos preguntarnos si la otra
persona desea necesariamente nuestras indicaciones, o quizás en lugar de
ayudarle a descubrir, debemos ser nosotros los que le pidamos a este sujeto que
nos muestre a SU Dios –su percepción y entendimiento- desde su concreta
realidad.
La iglesia como organización, siempre ha estado exenta de democracia.
Nunca ha preguntado nada a nadie, aunque Juan XXIII comenzara el Concilio
Vaticano II aclamando: ¡Iglesia, háblame de ti misma! Esta iglesia como organización
religiosa, siempre se ha considerado portadora de la verdad absoluta y siempre
ha intentado inculcar a los demás su dogma.
Yo amo a la Iglesia. La amo porque
en ella he descubierto el primigenio rostro de Dios y en ella he comenzado a
recibir la enseñanza del evangelio. Pero para mí concretamente ha sido guía al
principio y azote después.
Por lo cual, uno primero se esperanza en ella y
luego siente el desengaño más absoluto, pues o admites el dogma y lo asumes en
tu vida o te mueves y no sales en la foto. Bien puede considerarse a esto, ir
contracorriente. Además, si fuera padre reflexionaría mucho al prestar a un
hijo mío a una educación católica.
Por ello, considero que el autentico
descubrimiento de Dios, yo le he recibido de las personas normales y
corrientes. Los ministros del presbiterado por estar en el orden jerárquico son personas completamente parciales para hacernos descubrir a Dios de manera objetiva; pues poco a poco irán
llevando al postulado hacia SU verdad plena y su concreto entendimiento de
Dios. Como dije al principio, ayer se nos hablo un poco de esto.
De momento se
nos comunicó que se debe reflexionar ante Dios del mal que realizamos o del
bien que dejamos de hacer ante los demás. Me pregunto junto a un amigo teólogo,
¿qué esperar de una organización, que en el comienzo de cualquier celebración
te hace ser consciente de lo malo que eres y los fallos que cometiste?
¿Dónde quedó
la alegría en la Iglesia de Jesús resucitado, si la misma Alegría es ya un
sacramento de por sí? Mi planteamiento nos lleva a “Sacramentos de la vida” de
Leonardo Boff. Para muchas personas, Dios es su pareja, su esposo o su mujer. ¿Para
cuantas personas Dios es su niña y la sonrisa de esta en sus ojos? ¿Para cuantas
personas, Dios es la quietud de un rebaño pastando en la montaña? ¿Para cuantas
personas Dios es ese momento de amistad compartida, de relación reciproca o de
serenidad en la vida? ¿Para cuantas personas Dios es una imagen que te evoca
sentimientos amorosos?
Luego queda en otro plano la concienciación personal del
mal y el bien; pero este discernimiento –como nos enseña Ranher- ya pertenece a
la ética moral de cada sujeto, que desarrollará en función de su educación. Acabo.
El papa se equivoca al manifestar que "el cristiano no debe tener miedo a
ir contracorriente", porque yo he sentido miedo en la Iglesia precisamente
al ir contra corriente buscando la verdad de Dios en mi vida y su rostro
amoroso en los demás.
Y digo más, la ciudadanía a día de hoy esta sedienta de
justicia humana –no divina pues no existe-, y mientras se pida justicia se
percibe a Dios porque se tiene conciencia de la vida, del bien y del mal. A ver
si nos diéramos cuenta de que en este aclamado Año de la fe, la que necesita con
urgencia ser reevangelizada es la propia iglesia, exenta de testimonios
contundentes. Paz y bien desde Estepa, corazón de Andalucía.