3. La oración en las
principales religiones.
3.1
EL BUDISMO
Nacido
en una aldea llamada Kapilavastu en los confines de Nepal hacia el 560 a .C y descendiente de
casta de guerreros, Gautama Siddharta (el que ha conseguido su objetivo), es
criado como un hijo predilecto por su padre y su tía. Casado como convenía a la
tradición del lugar, hasta los 29 años lleva una vida de auténticos placeres, y
es entonces cuando al encontrarse con un monje, un enfermo y un anciano,
experimenta una cierta conversión que le lleva a realizar una profunda
reflexión sobre la vida, su origen y su fin.
Después de dar descendencia a su
clan, escapa de su vida marital y conducido por su caballo hata la profundidad
de un bosque, cambia sus vestidos y sedas por unos pobres harapos y se
introduce en un mundo de silencio durante siete años. ¿Es que sólo en el silencio
y desprendimiento se encuentra a Dios?.
Gautama
llega a la perfección del entendimiento se su cuerpo y de su alma, se llega a
afirmar: “Yo no enciendo fuego para el altar, avivo una llama que hay dentro de
mí. Mi corazón es la hoguera”.
Alcanzado
el nivel máximo del ascetismo se rodeo de discípulos que encontró con deseos de
seguirle en un parque de Benarés. Durante 44 años recorrió el país y
localidades circundantes acrecentando el número de discípulos.
Rodeado de estos
murió el 480 a .C
pidiéndoles como última enseñanza que no le llorasen sino que vieran en su
muerte la liberación definitiva que les espera a ellos también, si permanecían
fieles a su enseñanza.
Por
ello el budismo, mas que una religión de uno o varios dioses, tenemos que
definirla como religión del camino. Esta perfección y caracteres personales de
Gautama fueron reconocidos por sus discípulos en compañeros de religión,
reconociendo que estos eran prefiguración de la nueva presencia de Gautama
entre ellos. Por este motivo se establece la reencarnación como elemento
esperanzador y fundamental, que hace de cada vida y de cada forma de vida, una
posibilidad de reencarnación.
Su doctrina se establece por medio del
aprendizaje de memoria de los mantras o enseñanzas de Buda y los grandes maestros
lamaistas, y la perfección del espíritu por el camino tántrico. Como en todas
las religiones existe una parte culta y otra popular o ajena al conocimiento.
En la parte culta están los integrantes del clero o lamaserias y los monjes de
los monasterios.
(Lasa, palacio del Potala el fondo, antigua resicendia del Dalay Lama)
Ellos como aspiración suprema son introducidos en los
monasterios por sus familias como aspiración suprema de todo el clan al que
representan. Ellos acceden al conocimiento de las enseñanzas de Buda, con la
convicción de que una vida es poco tiempo para asimilar todo el conocimiento a
recibir, pero mantienen la esperanza de que en la próxima reencarnación se les
conceda la oportunidad en otro humano.
El
pueblo por otro lado, ignora por completo la enseñanza de buda aunque a grandes
rasgos desea alcanzar la perfección de este. Por ello el devoto budista emplea
el peregrinar hacia el lugar santo como acto de acercamiento, por medio del
cual a cada tres pasos y humillación, alcanza el favor de Buda. La oración del
pueblo es expresada de forma curiosa.
Estos, incultos en la mayoría, no rezan
sino que por el contrario llevan consigo unos molinos de oración. Estos junto
al deambulatorio por Lhasa, pagodas o lugares santos, y el encendido de
antorchas con grasa de Yacs, es la expresión máxima de la devoción popular
budista.
Autor:
Florencio Salvador Díaz Fernández.
Estudiante de Teología
Cristiana.
(Este
material puede ser difundido o utilizado, indicando su autoría y procedencia)