4. La oración en la
historia de la salvación.
4.3 Necesidad de orar
“Sabiendo que no la conseguiría si Dios no
me la daba —y esto mismo era ya un acto de buen juicio: saber de quién venía
este don—, acudí al Señor y le supliqué […] con toda mi alma.”
(Sab 8,21)
Aunque Dios
concede a los hombres muchos bienes, sobre todo de orden natural, sin que se
los pidan, hay muchos textos en la sagrada escritura que declaran la obligación
moral de acudir a la oración para obtener las gracias de la salvación.
Ya en el
AT hay algunas indicaciones en este sentido Sab 8,21, pero es sobre
todo en el NT donde se insiste de diversas maneras en esta necesidad de:
Lc 11,9 “Pues bien, yo os digo:
Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá. Porque el que
pide recibe; el que busca encuentra, y al que llama se le abre. Pues si
vosotros, que sois malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más
el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo piden?".
y: Mt
26,41 “Velad y orad para que no caigáis en tentación. El espíritu
está dispuesto, pero la carne es débil".
y: Lc 21,36 ”Estad alerta y orad en todo momento
para que podáis libraros de todo lo que ha de venir y presentaros ante el hijo
del hombre”.
Por todo ello y aunque esta demostrado que en primer
lugar la oración del creyente estuvo orientada exclusivamente a la recepción de
un favor o lograr tal o cual cosa, se instala en la conciencia del creyente
cada vez con más insistencia el valor de la oración como opción de silencio y
meditación, como momento de encuentro sincero de la comunidad con Dios, con la
misma comunidad y de cada individuo con Dios y consigo mismo.
Autor:
Florencio Salvador Díaz Fernández.
Estudiante de
Teología Cristiana.
(Este
material puede ser difundido o utilizado, indicando su autoría y procedencia)