5. La oración en la regla
de San Benito.
5.3 El ritmo litúrgico y
la oración.
Su
idea central es que el monje viva por y para Dios consagrando su vida al
servicio suyo. Debe ser persona consagrada que se entregue con solicitud y
constante ánimo a la alabanza divina, al ideal de santidad y santidad
litúrgica. La celebración litúrgica de los oficios está por encima de cualquier
iniciativa penitente o devocional, dándose al espíritu orante con determinación
y fervor.
"-nuestro voto de conversatio morum –lo traduzcamos por
“conversión de costumbres”, “vida monástica”, o de otro modo posible- implica,
según lo entiende la Regla de san Benito que profesamos, la entrega personal y
cotidiana al trabajo de corregir nuestras negligencias y a crecer en las
virtudes cristianas. Exige de nosotros el tender constantemente a la humildad y
a la plenitud de la caridad del corazón de Cristo, y a la plena implantación en
nuestro cuerpo y en nuestro corazón del Reino de Dios que nos anuncia el
evangelio. Y exige de nosotros la perseverancia en esta vida hasta el fin,
porque el amor nunca se sacia hasta alcanzar la plena posesión del ser amado,
lo que, en nuestro caso, sólo será posible en la otra vida."- (Regla cap.nn 1)
A
grandes rasgos, especificamos aquí que aunque la liturgia de la iglesia sufrió
modificaciones importantes a lo largo de los siglos en cuanto a iniciativas de
conglomerar todo en un mismo ritual o adaptaciones al latín; el cuerpo del
Oficio Divino en cuanto a su distribución y significado, es casi inalterado del
primigenio instaurado por San Benito.
Como reformas excepcionalmente
importantes destacamos las mas recientes cuando SS Pablo VI con motivo del
Vaticano II publica Laudius Canticum y la “Sacra Cogregatio Pro
Cultu Divino” por medio del decreto 1000/71 firmado por el cardenal Tabera,
declara efectiva la reforma litúrgica del oficio canónico de las Horas en latín
establecida para toda la Iglesia.
Ocho años mas tarde (23/08/79) a instancias
del cardenal de Barcelona Jubany Arnau, la misma congregación aprueba la
versión del tomo I de la Liturgia de las Horas en Castellano, a la cual sucedería
la de los siguientes volúmenes II, III y IV.
Por
ello el orden monástico, si bien reúne algunos estilos propios en cuanto a los
oficios, se ajusta perfectamente a la reforma litúrgica con la misma dedicación
que San Benito exhorto en su regla de vida.
La persona, para evitar la
tediosidad y el descuido que causa la ociosidad, debe estar sujeta a una serie
de disposiciones que alternando la oración, el trabajo y el estudio, redunden
en beneficio propio y favorable a la alabanza del Señor y bien de la comunidad
y de toda la iglesia.
Prometen
cuatro votos fundamentales: pobreza, castidad, obediencia al abad y permanencia
en comunidad.
Su
vida se mueve y es determinada por la continua celebración de las Horas, de
manera solemne y a lo largo de toda la jornada.
Vida del monje un día cualquiera:
4.15 Oficio de Lectura
7.00 Laudes
8.30 Tercia (hora del Padre)
12.30 Sexta (hora del Hijo)
15.30 Nona (hora del Espíritu)
18.30 Vísperas
20.30 Completas
Autor:
Florencio Salvador Díaz Fernández.
Estudiante de
Teología Cristiana.
(Este
material puede ser difundido o utilizado, indicando su autoría y procedencia)