3. La oración en las
principales religiones.
3.3 EL JUDAISMO
En el judaísmo,
la oración es tan importante como la Torá, a la que incluye. La oración judía
en su cuerpo y en su forma es una recitación de pasajes de la Torá y por tanto
una adhesión a la ley de Yahvé y una proclamación de la fe. Es también una
presencia viva de Dios en la vida y toda la vida: individual y colectiva, los
días ordinarios y los días de fiesta. Al mismo tiempo, la oración es
sacrificio, que sustituye al del templo. Es decir, un momento, una parte del
tiempo dado por Dios y que el hombre le devuelve. Precisamente la imposición
obligatoria del talit, el chal de la oración de rallas negras y
blancas, es para recordar al fiel que su vida está consagrada al servicio de
Dios.
Hay tres
oraciones que marcan los tres momentos principales de la jornada para los
judíos:
-la
oración de la mañana, Saharit, al comienzo del día o al amanecer.
-la
oración del mediodía, o Minha, la ofrenda;
-la
oración del atardecer, el Arbit.
Las tres
tienen su origen en los patriarcas,
Abrahán, Isaac, Jacob y recuerdan las historias de las liberaciones y de las
alianzas entre Dios y el pueblo judío. El saharit de la ma´ñana celebra la
salida de e las tinieblas y del destierro. En el se proclama el Semá
Israel. Las dieciocho bendiciones del medio día (Semoné Esré)
son para dar gracias al Dios de Abrahán que libera, perdona y reina en la luz.
Finalmente, la oración de la tarde hace entrar en la paz nocturna, que es
también la de Dios.
El día del
sábado, se añade a estas oraciones tradicionales la lectura de algunos pasajes
de la Torá y algunos himnos. Habitualmente se rezan colectivamente en la
sinagoga, pero también se las puede rezar en cualquier lugar, can tal que se
haya constituido un grupo de diez hombres mayores de trece años (miniane).
Pero estas
oraciones son siempre las de la comunidad. Se expresan siempre en plural.
Cuando hay un oficiante, es él el que las recita, y el pueblo las ratifica con
su “amin” (Amén), puntuando cada formula.
Es el rabino el que
preside la oración comunitaria y el que comenta la Torá. Otra formula de
formación en el mundo judío era la discusión de la ley.
Para ello los jóvenes
judíos o aspirantes a rabinos discutían con un maestro sobre el Talmud y la ley
escrita o resumida en el libro de Quoelet, nuestro Eclesiastés. Discutían sobre
este libro que por estar fuera de la ley sagrada era interpretable, la Torá es
sagrada e inapelable.
Por ello
tenemos que tener en cuenta que de la misma manera que al estado de perfección
superior se alcanza en muchas religiones por medio de la interiorización y
meditación; los judíos piensan que lo primero para el creyente es el
cumplimiento de la ley de Dios. Todo lo demás viene después. A esto Jesús de
Nazaret le llamo la vieja economía de la salvación.
Autor:
Florencio Salvador Díaz Fernández.
Estudiante de Teología
Cristiana.(Este material puede ser difundido o utilizado, indicando su autoría y procedencia)