CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

miércoles, 18 de julio de 2012

LA ORACIÓN I. 3.3 EL JUDAISMO


3. La oración en las principales religiones.


3.3 EL JUDAISMO


En el judaísmo, la oración es tan importante como la Torá, a la que incluye. La oración judía en su cuerpo y en su forma es una recitación de pasajes de la Torá y por tanto una adhesión a la ley de Yahvé y una proclamación de la fe. Es también una presencia viva de Dios en la vida y toda la vida: individual y colectiva, los días ordinarios y los días de fiesta. Al mismo tiempo, la oración es sacrificio, que sustituye al del templo. Es decir, un momento, una parte del tiempo dado por Dios y que el hombre le devuelve. Precisamente la imposición obligatoria del talit, el chal de la oración de rallas negras y blancas, es para recordar al fiel que su vida está consagrada al servicio de Dios.



Hay tres oraciones que marcan los tres momentos principales de la jornada para los judíos:

-la oración de la mañana, Saharit, al comienzo del día o al amanecer.

-la oración del mediodía, o Minha, la ofrenda;

-la oración del atardecer, el Arbit.

Las tres tienen  su origen en los patriarcas, Abrahán, Isaac, Jacob y recuerdan las historias de las liberaciones y de las alianzas entre Dios y el pueblo judío. El saharit de la ma´ñana celebra la salida de e las tinieblas y del destierro. En el se proclama el Semá Israel. Las dieciocho bendiciones del medio día (Semoné Esré) son para dar gracias al Dios de Abrahán que libera, perdona y reina en la luz. Finalmente, la oración de la tarde hace entrar en la paz nocturna, que es también la de Dios.


El día del sábado, se añade a estas oraciones tradicionales la lectura de algunos pasajes de la Torá y algunos himnos. Habitualmente se rezan colectivamente en la sinagoga, pero también se las puede rezar en cualquier lugar, can tal que se haya constituido un grupo de diez hombres mayores de trece años (miniane).

Pero estas oraciones son siempre las de la comunidad. Se expresan siempre en plural. Cuando hay un oficiante, es él el que las recita, y el pueblo las ratifica con su “amin” (Amén), puntuando cada formula.
Es el rabino el que preside la oración comunitaria y el que comenta la Torá. Otra formula de formación en el mundo judío era la discusión de la ley.
Para ello los jóvenes judíos o aspirantes a rabinos discutían con un maestro sobre el Talmud y la ley escrita o resumida en el libro de Quoelet, nuestro Eclesiastés. Discutían sobre este libro que por estar fuera de la ley sagrada era interpretable, la Torá es sagrada e inapelable.

Por ello tenemos que tener en cuenta que de la misma manera que al estado de perfección superior se alcanza en muchas religiones por medio de la interiorización y meditación; los judíos piensan que lo primero para el creyente es el cumplimiento de la ley de Dios. Todo lo demás viene después. A esto Jesús de Nazaret le llamo la vieja economía de la salvación.


Autor: Florencio Salvador Díaz Fernández.
Estudiante de Teología Cristiana.

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